lunes, 24 de marzo de 2008

"Zaragoza dejará de ser una cosa entre Barcelona y Madrid"

Una monografía recoge el legado de pasadas exposiciones de Aragón, España y Europa a lo largo de la Historia

La Gran Exposición que se celebró en Londres en 1851 fue la primera con vocación de llegar al conjunto de la población y atraer al turismo. Para ello se habilitaron infraestructuras de transportes, se publicitó mediante una importante campaña, y se ofrecieron entradas a precios accesibles. "Este evento marcó un hito en la formación de la Exposiciones Internacionales tal y como las conocemos hoy".

Así lo ha explicado la profesora de la Universidad de Zaragoza María Isabel Álvaro Zamora, coordinadora de la monografía "Las Exposiciones Internacionales: Arte y Progreso" que explica la aportación y el legado que dejaron diferentes Exposiciones Internacionales y Universales celebradas en los siglos XIX y XX y en la que se hace una proyección sobre lo que supondrá la exposición de Zaragoza.

La publicación ha sido presentada hoy en la Universidad por la propia profesora, junto al decano de la Facultad de Filosofía y Letras, Miguel Ángel Ruiz Carnicer, y el vicerrector de Investigación de la Universidad de Zaragoza, José Ángel Villar. En la presentación también han estado el director general adjunto de Operaciones y Contenidos de Expo Zaragoza 2008, Francisco Pellicer y el director de Publicaciones de la Expo, Javier Albisu, ya que esta publicación pertenece a la biblioteca Agua y Medio Ambiente, que se publica con el sello de la Muestra Internacional.
Diferentes profesores y especialistas elaboran los textos en los que se analizan la aportación de diferentes Exposiciones seleccionadas por sus aportaciones en la ciudad donde se realizan o en el concepto de este tipo de eventos y su aportación a la cultura europea. María Isabel Álvaro destacó que cada estudio mantiene un "rigor científico", pero que está escrito de manera divulgativa y "accesible".

Así, la monografía recoge cómo la exposición celebrada en París en 1925 fue la que asentó en Europa el movimiento artístico Art-Deco, o que la cultura del Extremo Oriente, tanto de Japón como de China, se divulgó en Europa gracias a la exposición celebrada en Barcelona en 1888, teniendo este arte una importante repercusión en las incipientes vanguardias.
Otra exposición barcelonesa, la de 1929, marcó un hito en el campo arquitectónico, en la construcción de edificios de vanguardia (muchos de ellos efímeros) que convivían con la arquitectura clásica de la ciudad, mientras que por otra parte se ponen de ejemplo las exposiciones celebradas en Sevilla en 1929 y 1992, para estudiar el efecto de estos eventos en el desarrollo urbanístico de una ciudad.

Los últimos cuatro capítulos se centran en la experiencia zaragozana en el campo de las exposiciones internacionales. Por una parte se hace un balance de lo que supuso la Exposición Hispano-Francesa de 1908, en el año que se celebraba el centenario de los sitios. Otros dos capítulos indagan sobre lo que supondrá la Exposición que se celebrará este año.
El director adjunto de Contenidos de Expoagua, Francisco Pellicer, participa en la redacción de estos capítulos en calidad de profesor de Geografía Física de la Universidad de Zaragoza. Pellicer incidió en la gran repercusión que la celebración de este evento va a tener tanto patrimoniales, como de infraestructuras y equipamientos como en el desarrollo urbanístico de la ciudad.
También incidió en los beneficios "no tangibles" que la exposición "tiene ya" para la ciudad. "Zaragoza dejará de ser una cosa entre Barcelona y Madrid" para convertirse en un "punto de referencia" en Europa, un territorio con iniciativa e involucrado con los grandes retos del mundo actual.

Cuál será el legado que finalmente deje la celebración de esta Exposición, a la ciudad y al mundo, es algo que tendrán que determinar los historiadores del futuro.

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