viernes, 11 de julio de 2008

La Escuela-Taller de Cerámica de Muel reúne un elenco de artistas de la cerámica unidos por el Mediterráneo


La Escuela-Taller de Cerámica de Muel reúne en sus salas un elenco de artistas unidos por el mar Mediterráneo, seña de la identidad europea y vehículo de cultura desde los orígenes de la civilización. Como el mar, no menos importante fue la cerámica como signo de civilización desde el Neolítico a la protohistoria, de la Grecia clásica a la mayólica italiana, de Manises al taller de Llorens Artigas.

Con esta idea espacial, geográfica y cultural, la comisaria de la muestra Martine Soria ha elaborado un viaje fantástico por Europa occidental mediterránea para reunir un centenar y medio de obras elaboradas por setenta creadores contemporáneos.

El nexo de unión de estos artistas no es la nacionalidad sino el lugar de inspiración y de trabajo elegido para crear una parte de su obra, las costas del Mare Nostrum. Así hay cubanos que desde el Caribe han preferido asomarse al mítico Mediterráneo, lo mismo que chinos o coreanos, desde la tierra de la porcelana.

La ruta propuesta por la comisaria discurre por dos focos capitales de la cerámica de creación contemporánea: la costa de Liguria, en Italia, y la Costa Azul francesa. La historia de la cerámica moderna no hubiera sido la misma sin el concurso de Pablo Picasso y su paso por Vallauris en la Costa Azul, un 'valle de oro', un oro en forma de barro, tema ejemplar con el que inició su andadura la sala de exposiciones de esta Escuela-Taller de Cerámica de Muel.

El arte de la cerámica agita desde el último tercio del siglo XIX la enseña de la emancipación, de la independencia como actividad artesanal o meramente decorativa. Los esfuerzos de los talleres mediterráneos en el siglo XX han sido fundamentales para que ya madura la idea de la cerámica como arte de creación (y no sólo artesanía o 'arte decorativa'), numerosos pintores y escultores de vanguardia recalaran en dicha técnica para ampliar su universo creativo.

Un caso ejemplar, bien representado en esta muestra, fue el desaparecido taller de Saint-Paul de Vence que levantó el galerista Aimé Maeght para que los artistas de su escudería se adentrasen en el extraordinario mundo de la arcilla.

Por allí pasaron los españoles Chillida y Tapies pero también los Cobra, Appel y Corneille, expuestos en Muel. En suma, esta importante exposición temporal que acompañará en el tiempo a la Exposición Internacional Zaragoza, propone ver al ceramista contemporáneo y de vanguardia no como un artesano sino como un artista, el ceramista de artesano a artista, idea que comparte este veterano establecimiento de Muel y encardina una parte importante de la programación expositiva de la Escuela-Taller.

La exposición, que se ha inaugurado hoy, permanecerá abierta al público hasta el 30 de septiembre.

EUROPA PRESS

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